jueves, 20 de diciembre de 2012
domingo, 26 de agosto de 2012
lunes, 28 de mayo de 2012
lunes, 16 de abril de 2012
Pinturas Comestibles
Otra forma de hacer luna
Mujer con cebollas
Minotauro andrógino
Mujer violeta
Serie: Joven con caracol
Mujer contando los amagostos
Serie: Joven con caracol
Los sueños de Sebastián
Ritual
Bodegón con cebollas
La gitana
Serie: Joven con caracol
Junto a la portona
Cebollas y uvas
El amor y el odio
Bodegón con pez 5
jueves, 12 de abril de 2012
viernes, 23 de marzo de 2012
Artículos
Machaco reflexiona a martillazos. De sus pensamientos cobra
forma la materia y se hace escultura, impregnada de la fuerza que empeñó en su
factura. La tensión que habita en toda obra de arte la consigue nuestro artista
utilizando la confrontación de elementos antagónicos; elementos basados en
mitos ancestrales que han ido pasando, en un continuum por toda la creación
humana, desde la Venus del cuerno de la cueva
de Laussel, con toda su carga simbólica, hasta la tragedia que se representa en
las plazas de toros en nuestros días, seducción y muerte, Eros y Tánatos. En
este marco podemos inscribir su “Doncella y Minotauro”, ese juego sin fin masculino-femenino, expresado
en las pinturas de Knosos y presente en los mitos de Perséfone y Proserpina.
Como el niño, precoz científico, deshace el juguete para
asomarse al misterio que en su interior guarda, Machaco desintegra el espacio y
la forma y las reduce a significantes más elementales para después, extrayendo
de ellos sus posibilidades expresivas, componer su obra.
En su escultura Machaco, como un moderno Vulcano forjador de
armaduras, basa su estilo en conseguir objetos tridimensionales a partir de planchas
bidimensionales.
En su obra no sólo hay oposición entre los conceptos y mitos
a los que hemos aludido, también existe en la propia discontinuidad de la
materia, entre ella y el vacío.
No es nuevo que el escultor libere la forma que se esconde
en la materia, ya Miguel Angel señalaba ese alumbramiento en sus “Esclavos”; lo
que si es menos frecuente es liberar a la forma de parte de su materia para
llegar a nuevas formulaciones expresivas.
De la misma forma en que el pájaro, a diferencia del hombre,
ve en el árbol no el volumen sino los
huecos por donde colarse para fabricar su nido, así Machaco usa
de esa percepción
para dar vida, movimiento, a sus esculturas, consiguiendo el valor añadido de
dotarlas de un espacio interior visible, comúnmente una propiedad reservada a
la arquitectura. Heredero de la tradición ibérica su obra está influida por
Gargallo, aunque más dinámica y etérea. También contribuyen a su cosmovisión
elementos de su entorno inmediato como la familia, el toro, el caracol, las
calabazas del bufón…
Machaco se inspira en Klimt, Dalí, Velásquez,… para su obra
pictórica y escultórica.
Hace una afortunada lectura de los espacios “dalinianos”, de
soledad absoluta, tanta que consiguen impregnar de ella a las figuras
representadas en el primer plano, a la vez elemento de ruptura en lo visual y
de continuidad en la emoción.
Aparecen alusiones a Klimt, en la “Violencia de Género” cuya
manta no arropa y une como en “El Beso” sino que se abre y denuncia. En otras
se ven influencias de Tapies o Rothko, expresadas con gran lirismo.
Machaco disecciona para nosotros el mundo, los mitos y el
arte como lo haría el científico para mostrarnos los misterios de la
naturaleza, como el niño que busca en el interior del juguete la magia que lo
hace funcionar. Nos deleita, a través de su maestría, con una sinfonía de
composiciones, formas y colores, que nos reconcilian con el espacio y con el
tiempo, con el instante y la eternidad.
Juan Rosco
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Um artista incómodo
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Machaco
Un artista insoportable
El problema con Machaco es encontrar una definición
para su trabajo. Culpa del polifacetismo, sin duda. Por ejemplo: hoy pinta
menos que antes, pero nunca dejará de ser pintor. A cualquiera que le pregunten
por lo que hace, sin embargo, contestará que Machaco es escultor. En efecto.
Desde hace seis o siete años, quizá más, su trabajo sustancial es la escultura.
Y no cualquier escultura.
Pero si difícil es aislar en él la faceta que pueda
considerarse la principal, sea en atención al número de obras, o a su calidad,
o siquiera al tiempo dedicado, no más fácil es acotar su trabajo en una
fórmula, o el método de su trabajo. Hay una excepción de auxilio para estos
casos, aprendida de Félix de Azúa: la comparación. Así, si Rodin decía, un poco
cursi, que su escultura estaba hecha “a pinceladas”, de la de Machaco puede
decirse que está “pintada a martillazos”.
Carezco de autoridad para hablar de Rodin, con quien
seguramente Machaco no se identifica mucho (otro es su punto de arranque). Sin
embargo, no me sucede lo mismo con este paradójico “pintar a martillazos”.
Tengo autoridad porque no sólo asistí al esbozo en barro de La doncella y el
minotauro, su primera obra de este género, sino que estuve también presente
en varias sesiones del proceso de creación.
Y,
ciertamente, se precisan muchos martillazos, y mucho soplete, y demasiado
entusiasmo, más una notable capacidad de abstracción, para ir levantando estas
piezas ciclópeas, monstruosas, que Machaco realiza desde que decidió descubrir
la obra Gorille
enlevant une femme, de Emmanuel Frémiet. Yo estaba allí, Museo de Bellas Artes
de Nantes (Francia), y comprendo muy bien el deslumbramiento, y la obsesión
posterior, y los meses de trabajo. Machaco, aunque ahora fije sus antecedentes
en el Rapto de la Sabina , de
Giambologna, yo creo que en realidad estaba midiéndose con la capacidad
creadora de Frémiet. Si lograba igualarla, podría superarla.
No era un capricho de artista, sino una lección más
que debía aprender en su trayectoria. La imitatio, el aprendizaje más
poderoso. Aquella tarde, en aquel museo de Nantes, Machaco empezó a poner a
prueba a otro de los creadores que llevaba dentro, movido por la visión de una
escultura soberbia, descomunal, cuya temática, con total seguridad, habría de
servir también a Carl Dehnam para llevar al cine King Kong.
Desde entonces, y teniendo en
cuenta lo hercúleo y dilatado de cada una de estas empresas, su obra
escultórica se exhibe con mayor o menor regularidad: unas veces por iniciativa
propia y otras por encargo, como en el caso de este homenaje de la ciudad de
Castelo Branco a uno de los suyos, Amato Lusitano (1511-1568), cuyas
investigaciones científicas aportaron a la medicina el descubrimiento de la
cirugía urológica.
Evidentemente, no me corresponde a mí señalar el
significado histórico de Joâo Rodrigues, nombre real de Amato Lusitano. Es
obligación de esta escultura, cuyo título (Diáspora) es ya bastante
elocuente: trata de la persecución de seres humanos por sus ideas, su religión,
su pensamiento, sus orígenes, su sabiduría, etcétera. Y a Machaco se le dan
bien estos malditos tan benéficos para la vida, que lo mismo traducen a
Dioscórides que, como buenos humanistas, son objetivo de la Inquisición.
No sé si entre los propósitos de
Machaco para con sus obras cuenta la perfección (me sorprendería), pero sí
puede hablarse de originalidad (y quizá por primera vez sin el remilgo y la
afectación habituales al usar este término). No hay constancia anterior de este
tipo de escultura, y no por sus dimensiones. Basta con ver uno de estos colosos
una vez para saber de inmediato su procedencia, es decir, la cabeza que los
ideó y las manos que les dan forma martilleando, soldando, lijando,
embadurnando...
Machaco, por esto y por más, es
un artista insoportable. En primer lugar, para sí mismo: no soportaría
encontrar su lugar en el arte y quedarse ya ahí definitivamente, repitiéndose.
Y es insoportable, sobre todo, por la imposibilidad de catalogar su trabajo. La Humanidad necesita
fichas, una cierta taxonomía, un orden. Y él, en cambio, parece empeñado en
mostrar que el arte no tiene límites ni especializaciones. Es decir: no se
conformó con haber encontrado su sitio en un tipo de pintura, por ejemplo, sino
que tuvo que exasperarla hasta lo imposible, para desesperación de sus maestros
y sobre todo de sus seguidores. Hasta que pasó a la escultura, y para hacer lo
mismo.
Su caso es insoportable para los
seres humanos, pero muy especialmente para los artistas. Cuando el tiempo cree
poder clasificarle en algún género, Machaco irrumpe de pronto en otro,
reinventándolo, singularizándolo y, una vez agotado, abandonándolo. Nada me
gustaría más que poder decir ahora que es un escultor cuya estatura artística
es proporcional a la de sus esculturas. Es una definición que vale para hoy,
para este momento. Pero ¿y mañana?
Daniel
Salgado
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Machaco
Um artista incómodo
Um problema surge com Machaco: encontrar uma definição para o seu
trabalho. Culpa do polifacetismo, sem dúvida. Assim: hoje pinta menos do que
antes, mas nunca deixará porém de ser pintor. E a alguém a que se pergunte
porque acontece tal, a resposta será que Machaco é escultor. Com efeito, há
seis ou sete anos, ou talvez mais, o seu trabalho essencial é a escultura. E
não qualquer escultura.
No entanto, se é difícil isolar nele a faceta que
possa considerar-se como a principal, quer no que se refere ao número de obras,
quer à sua qualidade, quer ainda ao tempo utilizado, não mais fácil será
demarcar o seu trabalho mediante uma fórmula ou descortinar o método do seu
trabalho. Uma excepção auxiliar existe para estes casos, vinda de Félix de
Azúa: a comparação. Assim, se Rodin dizia, um pouco afectadamente, que a sua
escultura era feita «às pinceladas», da de Machaco se poderá dizer que está «pintada
às marteladas».
Não
tenho autoridade para falar de Rodin, com quem aliás Machaco não se identifica
muito (outro é o seu ponto de origem). Porém, não me sucede o mesmo com este
paradoxal “pintar às marteladas”. E neste pormenor tenho alguma autoridade,
pois não só assisti à elaboração do esboço em barro de La doncella y el
Minotauro, a sua primeira obra do género, mas também estive presente em
várias sessões do processo de criação.
E
certamente que são necessárias muito martelados, muito maçarico, um enorme
entusiasmo e, ainda, uma notável capacidade de abstracção, para se erguerem
estas peças ciclópicas, monstruosas, que Machaco realiza desde que acabou por
descobrir a obra Gorille enlevant une femme, de Emmanuele Frémiet. Eu
próprio estava ali, no Museu de Belas Artes de Nantes (França), e compreendo
muito bem o deslumbramento, e a obsessão posterior, e os meses de trabalho.
Machaco, e muito embora fixe os seus antecedentes no Rapto de la Sabina , de Giambologna,
creio contudo que, na realidade, ele procurava medir-se com a capacidade
criadora de Frémiet. E, se conseguisse igualá-la, poderia superá-la.
Não se
trata de um capricho de artista, mas bem mais de uma lição a ser aprendida na
sua trajectória. A imitatio: a mais poderosa das aprendizagens. E
naquela tarde, naquele museu de Nantes, Machaco começou a pôr à prova outro dos
criadores que habitavam dentro de si, movido pela visão de uma escultura
magnífica, descomunal, cuja temática, com inteira segurança, haveria de servir
também a Carl Dehnam para levar ao cinema King Kong.
Desde
então, e tendo em conta a hercúlea dimensão de cada um destes empreendimentos,
a sua obra escultórica exibe-se com maior ou menor regularidade: umas vezes por
iniciativa própria, outras por encomenda: como é o caso desta homenagem da
cidade de Castelo Branco a um dos seus, Amato Lusitano (1511-1568), cujas
investigações científicas trouxeram à medicina novas perspectivas.
Evidentemente
que não serei eu a assinalar a importância histórica de João Rodrigues, nome
real de Amato Lusitano. A função caberá a esta escultura, cujo título (Diáspora)
já é de sei bastante eloquente: a perseguição de seres humanos em consequência
das suas ideias, da sua religião, do seu pensamento, das suas origens, etc. E
ficam bem as Machaco estes proscritos tão benéficos para a vida: tradutores de
Dioscórides e bons humanistas, foram objecto das perseguições da Inquisição.
Não sei
se entre os propósitos de Machaco relativamente às suas obras conta a perfeição
(ficaria surpreendido); porém, poder-se-à, sim, falar-se de originalidade (e
talvez pela primeira vez sem a afectação habitual ao usar-se este termo). Não
existe constância anterior neste tipo de escultura, e não será pelas suas
dimensões. Bastará olhar-se para um destes colossos uma só vez para se conhecer
de imediato a sua procedência, isto é, a cabeça que os idealizou e as mãos que
lhe deram forma, a martelar, a soldar, a lixar, a manchar…
E é por
isto e por mais que Machaco é um artista incómodo. Em primeiro lugar, para
consigo próprio: ele não suportaria encontrar o seu lugar na arte e permanecer
nele definitivamente, repetindo-se. E é incómodo, sobretudo pela
impossibilidade de catalogar o seu trabalho. A Humanidade necessita de fichas,
de uma certa taxonomia, de uma ordem. Em troca, Machaco parece empenhado em
mostrar que a arte não tem limites nem especializações. Isto é, não se
conformou por ter encontrado, por exemplo, o seu sítio num tipo de pintura, mas
antes teve que exasperá-la até ao impossível, para desespero dos seus mestres
e, sobretudo, dos seus seguidores. Até que passou à escultura, e para fazer o
mesmo.
O seu
caso é incómodo para os seres humanos, mas em especial para os artistas. Quando
o tempo julga possível classificá-lo em qualquer género, Machaco irrompe
abruptamente para outro, re-inventando-o, singularizando-o, uma vez esgotado,
abandona-o. E nada me agradaria mais poder dizer agora que se trata de um
escultor cuja estatura artística é proporcional à das suas esculturas. E eis
uma definição que é válida para hoje, para este momento. Porém, para amanhã?
Daniel Salgado
Tradução: Pedro Salvado
lunes, 12 de marzo de 2012
Pinturas
NINFEAS II
EL 7 BLANCO
Medidas:214 x 65cm.
AMAGOSTOS
Medidas:214 x 42cm.
AMAGOSTOS AZUL
Medidas:140 x 78cm.
NOCTURNO
Medidas:162 x 130cm.
LA FRONTERA
Predicción de mí tía Hermenegilda
viernes, 9 de marzo de 2012
En el taller
EL TORO QUE EN MIS SUEÑOS CADA NOCHE ME ENCUENTRA
2011
EL MINOTAURO Y LA DONCELLA-2005
EL CARACOL CIEGO-2006
RELIEVE-2006
ESTUDIO EN YESO
EL ACORDEONISTA-2004
EL HOMBRE DEL CARACÓL-2005
LOS CLAVOS QUE EL CUERPO NO PERDIÓ-2006
LA PIEL DEL PENSADOR-2007
AMAZONA-2009
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