viernes, 23 de marzo de 2012

Escultura contra la intolerancia religiosa, Castelo Branco




Artículos


Machaco reflexiona a martillazos. De sus pensamientos cobra forma la materia y se hace escultura, impregnada de la fuerza que empeñó en su factura. La tensión que habita en toda obra de arte la consigue nuestro artista utilizando la confrontación de elementos antagónicos; elementos basados en mitos ancestrales que han ido pasando, en un continuum por toda la creación humana,  desde la Venus del cuerno de la cueva de Laussel, con toda su carga simbólica, hasta la tragedia que se representa en las plazas de toros en nuestros días, seducción y muerte, Eros y Tánatos. En este marco podemos inscribir su “Doncella y Minotauro”,  ese juego sin fin masculino-femenino, expresado en las pinturas de Knosos y presente en los mitos de Perséfone y Proserpina.
Como el niño, precoz científico, deshace el juguete para asomarse al misterio que en su interior guarda, Machaco desintegra el espacio y la forma y las reduce a significantes más elementales para después, extrayendo de ellos sus posibilidades expresivas, componer su obra.
En su escultura Machaco, como un moderno Vulcano forjador de armaduras, basa su estilo en conseguir objetos tridimensionales a partir de planchas bidimensionales.
En su obra no sólo hay oposición entre los conceptos y mitos a los que hemos aludido, también existe en la propia discontinuidad de la materia, entre ella y el vacío.
No es nuevo que el escultor libere la forma que se esconde en la materia, ya Miguel Angel señalaba ese alumbramiento en sus “Esclavos”; lo que si es menos frecuente es liberar a la forma de parte de su materia para llegar a nuevas formulaciones expresivas.
De la misma forma en que el pájaro, a diferencia del hombre,  ve en el árbol no el volumen sino los huecos por donde colarse para fabricar su nido, así Machaco usa
 de esa percepción para dar vida, movimiento, a sus esculturas, consiguiendo el valor añadido de dotarlas de un espacio interior visible, comúnmente una propiedad reservada a la arquitectura. Heredero de la tradición ibérica su obra está influida por Gargallo, aunque más dinámica y etérea. También contribuyen a su cosmovisión elementos de su entorno inmediato como la familia, el toro, el caracol, las calabazas del bufón…
Machaco se inspira en Klimt, Dalí, Velásquez,… para su obra pictórica y escultórica.
Hace una afortunada lectura de los espacios “dalinianos”, de soledad absoluta, tanta que consiguen impregnar de ella a las figuras representadas en el primer plano, a la vez elemento de ruptura en lo visual y de continuidad en la emoción.
Aparecen alusiones a Klimt, en la “Violencia de Género” cuya manta no arropa y une como en “El Beso” sino que se abre y denuncia. En otras se ven influencias de Tapies o Rothko, expresadas con gran lirismo.
Machaco disecciona para nosotros el mundo, los mitos y el arte como lo haría el científico para mostrarnos los misterios de la naturaleza, como el niño que busca en el interior del juguete la magia que lo hace funcionar. Nos deleita, a través de su maestría, con una sinfonía de composiciones, formas y colores, que nos reconcilian con el espacio y con el tiempo, con el instante y la eternidad.

             Juan Rosco


----------------------------------------------------------------------------------------------


Machaco


Un artista insoportable


El problema con Machaco es encontrar una definición para su trabajo. Culpa del polifacetismo, sin duda. Por ejemplo: hoy pinta menos que antes, pero nunca dejará de ser pintor. A cualquiera que le pregunten por lo que hace, sin embargo, contestará que Machaco es escultor. En efecto. Desde hace seis o siete años, quizá más, su trabajo sustancial es la escultura. Y no cualquier escultura.
                Pero si difícil es aislar en él la faceta que pueda considerarse la principal, sea en atención al número de obras, o a su calidad, o siquiera al tiempo dedicado, no más fácil es acotar su trabajo en una fórmula, o el método de su trabajo. Hay una excepción de auxilio para estos casos, aprendida de Félix de Azúa: la comparación. Así, si Rodin decía, un poco cursi, que su escultura estaba hecha “a pinceladas”, de la de Machaco puede decirse que está “pintada a martillazos”.
                Carezco de autoridad para hablar de Rodin, con quien seguramente Machaco no se identifica mucho (otro es su punto de arranque). Sin embargo, no me sucede lo mismo con este paradójico “pintar a martillazos”. Tengo autoridad porque no sólo asistí al esbozo en barro de La doncella y el minotauro, su primera obra de este género, sino que estuve también presente en varias sesiones del proceso de creación.
                Y, ciertamente, se precisan muchos martillazos, y mucho soplete, y demasiado entusiasmo, más una notable capacidad de abstracción, para ir levantando estas piezas ciclópeas, monstruosas, que Machaco realiza desde que decidió descubrir la obra Gorille enlevant une femme, de Emmanuel Frémiet. Yo estaba allí, Museo de Bellas Artes de Nantes (Francia), y comprendo muy bien el deslumbramiento, y la obsesión posterior, y los meses de trabajo. Machaco, aunque ahora fije sus antecedentes en el Rapto de la Sabina, de Giambologna, yo creo que en realidad estaba midiéndose con la capacidad creadora de Frémiet. Si lograba igualarla, podría superarla.
                No era un capricho de artista, sino una lección más que debía aprender en su trayectoria. La imitatio, el aprendizaje más poderoso. Aquella tarde, en aquel museo de Nantes, Machaco empezó a poner a prueba a otro de los creadores que llevaba dentro, movido por la visión de una escultura soberbia, descomunal, cuya temática, con total seguridad, habría de servir también a Carl Dehnam para llevar al cine King Kong.
                Desde entonces, y teniendo en cuenta lo hercúleo y dilatado de cada una de estas empresas, su obra escultórica se exhibe con mayor o menor regularidad: unas veces por iniciativa propia y otras por encargo, como en el caso de este homenaje de la ciudad de Castelo Branco a uno de los suyos, Amato Lusitano (1511-1568), cuyas investigaciones científicas aportaron a la medicina el descubrimiento de la cirugía urológica.
Evidentemente, no me corresponde a mí señalar el significado histórico de Joâo Rodrigues, nombre real de Amato Lusitano. Es obligación de esta escultura, cuyo título (Diáspora) es ya bastante elocuente: trata de la persecución de seres humanos por sus ideas, su religión, su pensamiento, sus orígenes, su sabiduría, etcétera. Y a Machaco se le dan bien estos malditos tan benéficos para la vida, que lo mismo traducen a Dioscórides que, como buenos humanistas, son objetivo de la Inquisición.  
                No sé si entre los propósitos de Machaco para con sus obras cuenta la perfección (me sorprendería), pero sí puede hablarse de originalidad (y quizá por primera vez sin el remilgo y la afectación habituales al usar este término). No hay constancia anterior de este tipo de escultura, y no por sus dimensiones. Basta con ver uno de estos colosos una vez para saber de inmediato su procedencia, es decir, la cabeza que los ideó y las manos que les dan forma martilleando, soldando, lijando, embadurnando...
                Machaco, por esto y por más, es un artista insoportable. En primer lugar, para sí mismo: no soportaría encontrar su lugar en el arte y quedarse ya ahí definitivamente, repitiéndose. Y es insoportable, sobre todo, por la imposibilidad de catalogar su trabajo. La Humanidad necesita fichas, una cierta taxonomía, un orden. Y él, en cambio, parece empeñado en mostrar que el arte no tiene límites ni especializaciones. Es decir: no se conformó con haber encontrado su sitio en un tipo de pintura, por ejemplo, sino que tuvo que exasperarla hasta lo imposible, para desesperación de sus maestros y sobre todo de sus seguidores. Hasta que pasó a la escultura, y para hacer lo mismo.
                Su caso es insoportable para los seres humanos, pero muy especialmente para los artistas. Cuando el tiempo cree poder clasificarle en algún género, Machaco irrumpe de pronto en otro, reinventándolo, singularizándolo y, una vez agotado, abandonándolo. Nada me gustaría más que poder decir ahora que es un escultor cuya estatura artística es proporcional a la de sus esculturas. Es una definición que vale para hoy, para este momento. Pero ¿y mañana?


Daniel Salgado


------------------------------------------------------------------------------------------------------------



Machaco

Um artista incómodo

Um problema surge com Machaco: encontrar uma definição para o seu trabalho. Culpa do polifacetismo, sem dúvida. Assim: hoje pinta menos do que antes, mas nunca deixará porém de ser pintor. E a alguém a que se pergunte porque acontece tal, a resposta será que Machaco é escultor. Com efeito, há seis ou sete anos, ou talvez mais, o seu trabalho essencial é a escultura. E não qualquer escultura.
No entanto, se é difícil isolar nele a faceta que possa considerar-se como a principal, quer no que se refere ao número de obras, quer à sua qualidade, quer ainda ao tempo utilizado, não mais fácil será demarcar o seu trabalho mediante uma fórmula ou descortinar o método do seu trabalho. Uma excepção auxiliar existe para estes casos, vinda de Félix de Azúa: a comparação. Assim, se Rodin dizia, um pouco afectadamente, que a sua escultura era feita «às pinceladas», da de Machaco se poderá dizer que está «pintada às marteladas».
Não tenho autoridade para falar de Rodin, com quem aliás Machaco não se identifica muito (outro é o seu ponto de origem). Porém, não me sucede o mesmo com este paradoxal “pintar às marteladas”. E neste pormenor tenho alguma autoridade, pois não só assisti à elaboração do esboço em barro de La doncella y el Minotauro, a sua primeira obra do género, mas também estive presente em várias sessões do processo de criação.
E certamente que são necessárias muito martelados, muito maçarico, um enorme entusiasmo e, ainda, uma notável capacidade de abstracção, para se erguerem estas peças ciclópicas, monstruosas, que Machaco realiza desde que acabou por descobrir a obra Gorille enlevant une femme, de Emmanuele Frémiet. Eu próprio estava ali, no Museu de Belas Artes de Nantes (França), e compreendo muito bem o deslumbramento, e a obsessão posterior, e os meses de trabalho. Machaco, e muito embora fixe os seus antecedentes no Rapto de la Sabina, de Giambologna, creio contudo que, na realidade, ele procurava medir-se com a capacidade criadora de Frémiet. E, se conseguisse igualá-la, poderia superá-la.
Não se trata de um capricho de artista, mas bem mais de uma lição a ser aprendida na sua trajectória. A imitatio: a mais poderosa das aprendizagens. E naquela tarde, naquele museu de Nantes, Machaco começou a pôr à prova outro dos criadores que habitavam dentro de si, movido pela visão de uma escultura magnífica, descomunal, cuja temática, com inteira segurança, haveria de servir também a Carl Dehnam para levar ao cinema King Kong.
Desde então, e tendo em conta a hercúlea dimensão de cada um destes empreendimentos, a sua obra escultórica exibe-se com maior ou menor regularidade: umas vezes por iniciativa própria, outras por encomenda: como é o caso desta homenagem da cidade de Castelo Branco a um dos seus, Amato Lusitano (1511-1568), cujas investigações científicas trouxeram à medicina novas perspectivas.
Evidentemente que não serei eu a assinalar a importância histórica de João Rodrigues, nome real de Amato Lusitano. A função caberá a esta escultura, cujo título (Diáspora) já é de sei bastante eloquente: a perseguição de seres humanos em consequência das suas ideias, da sua religião, do seu pensamento, das suas origens, etc. E ficam bem as Machaco estes proscritos tão benéficos para a vida: tradutores de Dioscórides e bons humanistas, foram objecto das perseguições da Inquisição.
Não sei se entre os propósitos de Machaco relativamente às suas obras conta a perfeição (ficaria surpreendido); porém, poder-se-à, sim, falar-se de originalidade (e talvez pela primeira vez sem a afectação habitual ao usar-se este termo). Não existe constância anterior neste tipo de escultura, e não será pelas suas dimensões. Bastará olhar-se para um destes colossos uma só vez para se conhecer de imediato a sua procedência, isto é, a cabeça que os idealizou e as mãos que lhe deram forma, a martelar, a soldar, a lixar, a manchar…
E é por isto e por mais que Machaco é um artista incómodo. Em primeiro lugar, para consigo próprio: ele não suportaria encontrar o seu lugar na arte e permanecer nele definitivamente, repetindo-se. E é incómodo, sobretudo pela impossibilidade de catalogar o seu trabalho. A Humanidade necessita de fichas, de uma certa taxonomia, de uma ordem. Em troca, Machaco parece empenhado em mostrar que a arte não tem limites nem especializações. Isto é, não se conformou por ter encontrado, por exemplo, o seu sítio num tipo de pintura, mas antes teve que exasperá-la até ao impossível, para desespero dos seus mestres e, sobretudo, dos seus seguidores. Até que passou à escultura, e para fazer o mesmo.
O seu caso é incómodo para os seres humanos, mas em especial para os artistas. Quando o tempo julga possível classificá-lo em qualquer género, Machaco irrompe abruptamente para outro, re-inventando-o, singularizando-o, uma vez esgotado, abandona-o. E nada me agradaria mais poder dizer agora que se trata de um escultor cuja estatura artística é proporcional à das suas esculturas. E eis uma definição que é válida para hoje, para este momento. Porém, para amanhã?


Daniel Salgado
Tradução: Pedro Salvado

lunes, 12 de marzo de 2012

Pinturas


NINFEAS II






EL 7 BLANCO

Medidas:214 x 65cm.




AMAGOSTOS

                                                                  Medidas:214 x 42cm.




AMAGOSTOS AZUL

                                                                     Medidas:140 x 78cm.


                                                                   
                                                                  NOCTURNO

                                                             Medidas:162 x 130cm.




LA FRONTERA

                                                                Medidas:146 x 114cm.


Predicción de mí tía Hermenegilda

                                                                Medidas:74 x 40cm.

viernes, 9 de marzo de 2012

En el taller

 EL  TORO  QUE  EN  MIS SUEÑOS CADA NOCHE  ME ENCUENTRA
                                                                         2011










EL MINOTAURO Y LA DONCELLA-2005




EL CARACOL CIEGO-2006


                                                               
                                           
RELIEVE-2006












                                                               





                                                               ESTUDIO EN YESO





                                                     MEDUSA EN CONSTRUCCION

EL ACORDEONISTA-2004




  EL  HOMBRE  DEL  CARACÓL-2005


LOS  CLAVOS  QUE  EL  CUERPO  NO  PERDIÓ-2006

LA  PIEL  DEL  PENSADOR-2007

AMAZONA-2009


El Caracol de los Poetas

                                          Colección  Asamblea  de  extremadura

Museo Carcel Real, Coria-2009


Sala Osiris Caldas da Rainha 2000